Su Esencia:
Lo Imprescindible n°6:
Cuando uno tiene la fortuna de viajar y conocer Estambul, es casi seguro que los guías de la ciudad y sus propios habitantes, te hablen con orgullo acerca del "Cuerno de Oro".
Se trata en realidad de un estuario en forma de sable de hoja curva, estilo cimitarra, que se une al Bósforo justo en el punto en que el estrecho entra en el Mar de Mármara, formando una península en cuya punta está la vieja Estambul.
Hay muchas leyendas acerca del origen de este nombre con el cual se conoce a esta parte de la ciudad, pero la que más prevalece tiene su origen en el color dorado que el sol del atardecer otorga al estrecho. Los últimos rayos de sol bañan los minaretes de las numerosas mezquitas de Estambul y otorgan un color dorado intenso a sus suaves colinas y a las aguas del Bósforo en su ir y venir por entre las costas turcas.
Si tienes ocasión de presenciarlo, va a quedar grabado en tí ese particular perfil de la ciudad, místico, religioso e histórico. Y no solamente eso, el Cuerno de Oro invita en su bruma dorada a que recorras y admires aquellos tesoros que conforman precisamente ese perfil; no importa si eres musulmán, cristiano o ateo, te sugiero que no dejes de descubrirlos.
Lo Imprescindible n°1:
Hagia Sofia (Santa Sofía)
Ubicada en la parte más antigua de Estambul, en el vecindario de Sultanhamet, se yergue poderosa y casi inmortal la construcción más famosa de Estambul: Santa Sofía.
Fue Catedral cristiana, Mezquita (hoy todavía hay quienes en Turquía procuran que vuelva a serlo) y Museo actualmente. Es en verdad Patrimonio de la Humanidad y uno entiende al intentar abarcar su grandiosidad, el porqué de tan merecido reconocimiento.
La obra tal como la conocemos ahora fue comenzada en el año 532 y fue completada en casi 6 años gracias al esfuerzo de mil albañiles y diez mil aprendices. Ocho columnas rojas de porfido fueron traídas desde el templo de Diana en Efeso y otros mármoles fueron obtenidos de sitios clásicos y de las mejores canteras de mármol del mundo bizantino. Fue consagrada en el año 537 por el Emperador Justiniano.
Luego de la conquista de la ciudad a manos del Imperio Otomano, la mayor Catedral del mundo fue convertida en Mezquita, añadiéndose los 4 minaretes que todavía presenta.
En 1935 por orden de Atarturk, padre de la República de Turquía, fue reabierta como museo.
Con semejante historia detrás, es fácil comprender las múltiples riquezas que Santa Sofía encierra en su edificio. La bóveda central de 55 mts de altura, impactante y casi infinita, es ligeremente elíptica y el centro de la misma está adornada por versos del Corán.
Caideles de gran tamaño captaran también tu atención e iluminarán tus pasos sobre los bellos y milenarios mármoles del lugar.
La sensación de inmensidad, de grandiosidad que se percibe en el interior del edificio es sobrecogedor y solo comparable a una visita al interior de la Catedral de San Pedro, en el Vaticano. Son lugares icónicos, irrepetibles, magníficos. Aseguráte de ir con tiempo suficiente para apreciarla como se debe o regresa si dispones de más de un día en Estambul.
Tip infaltable: no puedes perderte de pasear por las galerías superiores de Santa Sofía.
Se accede a ellas a través de una rampa pavimentada con piedra, tremendamente pulida bajo el paso de miles de peregrinos que visitan esta maravilla de la Humanidad.
Desde los amplios balcones de mármol, podrás tener una vista privilegiada de la magnitud del edificio, y una forma más cercana de apreciar los gigantes ornamentos tanto cristianos como musulmanes que engalanan las inmensas columnas centrales.
Visitar las galerías es la única forma además de apreciar los bellos mosaicos del siglo XII, tan famosos y que se dice fueron confeccionados a base de oro, plata, cristal, piedra, granito y terracota. A pesar de que algunos de ellos no están completos, tener la posibilidad de admirarlos a la cálida luz de los ventanales superiores hacen que el recorrido sea inolvidable.
Tip souvenir: tanto en la galería superior como en planta baja luego de descender la rampa que comunica ambos pisos, vas a encontrar puestos de venta con recuerdos del lugar y excelentes reproducciones de los famosos mosaicos de Santa Sofía.
La obra tal como la conocemos ahora fue comenzada en el año 532 y fue completada en casi 6 años gracias al esfuerzo de mil albañiles y diez mil aprendices. Ocho columnas rojas de porfido fueron traídas desde el templo de Diana en Efeso y otros mármoles fueron obtenidos de sitios clásicos y de las mejores canteras de mármol del mundo bizantino. Fue consagrada en el año 537 por el Emperador Justiniano.
Luego de la conquista de la ciudad a manos del Imperio Otomano, la mayor Catedral del mundo fue convertida en Mezquita, añadiéndose los 4 minaretes que todavía presenta.
En 1935 por orden de Atarturk, padre de la República de Turquía, fue reabierta como museo.
Con semejante historia detrás, es fácil comprender las múltiples riquezas que Santa Sofía encierra en su edificio. La bóveda central de 55 mts de altura, impactante y casi infinita, es ligeremente elíptica y el centro de la misma está adornada por versos del Corán.
Caideles de gran tamaño captaran también tu atención e iluminarán tus pasos sobre los bellos y milenarios mármoles del lugar.
La sensación de inmensidad, de grandiosidad que se percibe en el interior del edificio es sobrecogedor y solo comparable a una visita al interior de la Catedral de San Pedro, en el Vaticano. Son lugares icónicos, irrepetibles, magníficos. Aseguráte de ir con tiempo suficiente para apreciarla como se debe o regresa si dispones de más de un día en Estambul.
Tip infaltable: no puedes perderte de pasear por las galerías superiores de Santa Sofía.
Se accede a ellas a través de una rampa pavimentada con piedra, tremendamente pulida bajo el paso de miles de peregrinos que visitan esta maravilla de la Humanidad.
Desde los amplios balcones de mármol, podrás tener una vista privilegiada de la magnitud del edificio, y una forma más cercana de apreciar los gigantes ornamentos tanto cristianos como musulmanes que engalanan las inmensas columnas centrales.
Visitar las galerías es la única forma además de apreciar los bellos mosaicos del siglo XII, tan famosos y que se dice fueron confeccionados a base de oro, plata, cristal, piedra, granito y terracota. A pesar de que algunos de ellos no están completos, tener la posibilidad de admirarlos a la cálida luz de los ventanales superiores hacen que el recorrido sea inolvidable.
Tip souvenir: tanto en la galería superior como en planta baja luego de descender la rampa que comunica ambos pisos, vas a encontrar puestos de venta con recuerdos del lugar y excelentes reproducciones de los famosos mosaicos de Santa Sofía.
Lo Imprescindible n°2:
La Mezquita Azul
La Mezquita Azul
Cuenta la leyenda que el Sultán Ahmet I, quien ascendió al trono con solo 14 años de edad quiso demostrar su profunda religiosidad construyendo una mezquita que compitiera en belleza y tamaño con Hagia Sofía. En la misma zona de Sulthanahmet donde también se erige Santa Sofía, el Sultán ordenó la construcción en 1609, finalizando la misma en 1617.
La Mezquita es la única en la ciudad que cuenta con 6 minaretes y lo cierto es que sobrepasó en proporción y equilibrio a la bellisima Hagia Sofia.
Hoy en día las dos parecen reflejarse y completarse; de hecho, la hermosa plaza de Sultanahmet se extiende entre ellas, conformando un paseo único en el mundo.
El interior de la Mezquita está iluminada por las 260 ventanas con vitraux que otorgan a su interior una calidez excepcional.
La inmensa alfombra roja y con flores le otorga relevancia e invita a caminar suavemente
sobre ella.
La Mezquita recibió el sobrenombre de "Azul" por el tono azul que las ceramicas que cubren sus paredes y columnas otorgan al interior. Las cerámicas consisten de flores y motivos árabes sobre una base blanca.
Además del bello interior, uno no puede perderse las 3 puertas que permiten ganar el interior de la Mezquita, la fuente del patio principal y las pequeñas fuentes del exterior, ubicadas en las galerías que rodean el edificio principal y que son utilizadas por los fieles para higienizarse antes de comenzar sus oraciones.
Tip: para ingresar es necesario descalzarse y cubrirse la cabeza para el caso de las mujeres y los hombres no pueden entrar con pantalones cortos por encima de las rodillas.
La Mezquita es la única en la ciudad que cuenta con 6 minaretes y lo cierto es que sobrepasó en proporción y equilibrio a la bellisima Hagia Sofia.
Hoy en día las dos parecen reflejarse y completarse; de hecho, la hermosa plaza de Sultanahmet se extiende entre ellas, conformando un paseo único en el mundo.
El interior de la Mezquita está iluminada por las 260 ventanas con vitraux que otorgan a su interior una calidez excepcional.
La inmensa alfombra roja y con flores le otorga relevancia e invita a caminar suavemente
sobre ella.
La Mezquita recibió el sobrenombre de "Azul" por el tono azul que las ceramicas que cubren sus paredes y columnas otorgan al interior. Las cerámicas consisten de flores y motivos árabes sobre una base blanca.
Además del bello interior, uno no puede perderse las 3 puertas que permiten ganar el interior de la Mezquita, la fuente del patio principal y las pequeñas fuentes del exterior, ubicadas en las galerías que rodean el edificio principal y que son utilizadas por los fieles para higienizarse antes de comenzar sus oraciones.
Tip: para ingresar es necesario descalzarse y cubrirse la cabeza para el caso de las mujeres y los hombres no pueden entrar con pantalones cortos por encima de las rodillas.
La Mezquita de Sulimán el Magnífico
Solimán o Süleyman el Magnífico (1494-1566) fue uno de los grandes sultanes que convirtió al Imperio Otomano en potencia y alcanzó a través de él su máximo esplendor. Solimán protegió y favoreció el desarrollo de las ciencias y las Artes y fue un gran guerrero a su vez: lideró personalmente a su ejército cuando conquistó Belgrado, Rodas y gran parte de Hungría; sitió Viena e incursionó en el Norte de Africa y en vastos territorios de Medio Oriente. No es de extrañar que Solimán emprendiera grandes epopeyas también en la construcción de su ciudad. Fue así que encomendó a su arquitecto Sinan edificar una mezquita grandiosa que hiciera honor a su fama en las colinas rocosas del Cuerno de Oro.
Hoy en día, la Mezquita con 4 minaretes (esto te permite identificarla de la Azul que cuenta con 6), domina el perfil de Estambul y es fácilmente distinguible tanto de día como de noche, embelleciendo el perfil de la ciudad.
Si bien la Mezquita es enorme y suele confundírsela con la Mezquita Azul, presenta algunas diferencias: la de Sulimán tiene una planta casi cuadrada 63 x 68 metros y recibe al visitante no bien se atraviesa un verde y pacífico jardín. Esta mezquita no es tan alta y quizás por eso, las 138 ventanas otorgan una luz más cálida a su interior.
Es más sobria también, pero no menos magnificente: los mármoles esculpidos en su interior, las alfombras gigantescas, los candelabros de bronce, el diseño de la cúpula central y de las cinco cúpulas que la sostienen con sus pilares, todo habla del buen gusto y las preferencias del Sultán.
Hay que dedicarle también unos minutos al patio interior, amplio y con una hermosa fuente en el medio del mismo, es simétrica y elegante.
Junto al complejo de la Mezquita, saliendo por el jardín hacia la izquierda, se encuentra un pequeño cementerio musulmán el cual puede visitarte y donde se ubica el edificio que alberga la tumba de Sulimán. El arquitecto Sinán construyó la tumba de manera octogonal, cada cara decorada bellamente con inscripciones; una galería cubierta rodea la tumba y descansa sobre 29 columnas. Si te acercas lo suficiente a una de las 5 ventanas de la parte baja, podrás ver los 3 sarcófagos, el del Sultán y de dos esposas.
Lo Imprescindible n°8:
La Mezquita de Eyup
El barrio de Eyup es quizás uno de los más tradicionalistas de Estambul. Una de las formas de llegar a él es acceder desde la colina de Pierre Lotti, bajando por el teleférico.
Visitarla es conocer de cerca la vida cotidiana de su gente, tener la posibilidad de ver cómo familias enteras concurren a la Mezquita para orar y para aprender y cómo un templo puede convertirse en el centro de la vida social de la comunidad musulmana.
La Mezquita en sí es más pequeña que las otras que aconsejo visitar, pero está exquisitamente decorada y siendo mujer, se puede acceder al primer piso de la misma (por una escalera de caracol empinada que desafía a las piernas y a la sensación de encierro) para contemplar el interior de la misma desde otro ángulo más bello todavía.
Cerca de la mezquita hay un gran mercado local con restaurants y mucho movimiento. Para recorrer y disfrutar de la vida diaria de Estambul.
Lo Imprescindible n°9
La Mezquita de Ortakoy
Restaurada en el año 2014 y abierta nuevamente al público como centro de oración, llama la atención no solo su belleza casi simétrica, su blancura que por momentos la asimilan a un pequeño Taj Mahal, si no su estratégica ubicación. Está a orillas del Bósforo, en uno de los barrios más animados y que invitan a pasear por las tardes por Estambul. Está en la parte norte de Europa, pasando Plaza Taskim y bajo la atenta sombra del Puente bicontinental que une Europa con Asia.Es hermosa desde tierra, (salen unas fotos preciosas desde las terrazas cercanas que miran al Bósforo), desde el Puente al pasar próximos a ella desde las alturas y desde el agua, si tiene ocasión de tomar algun paseo por las aguas del Bósforo.