Neuschwanstein: el legado mágico del Rey Luis II de Baviera

Su Esencia: 
Cuando era niña solía pensar al ver la imagen del Castillo del Rey Luis en libros o en la TV, que se trataba de una pintura, algo etéreo y cautivante, una fantasía que bien podría haber surgido genialmente de la mano de Walt Disney.
Es que una visión tan mágica, tan perfecta, tan bella, da la sensación por momentos que no puede realmente existir, y menos aún siquiera tener el sueño de visitarla.
No me extrañó entonces sentir una enorme satisfacción al leer el itinerario que me llevaba por Alemania y  comprobar que tenía la posibilidad de hacer un alto en el recorrido por Baviera, en la región central del país y descubrir y compartir así la visión y locura apasionante del creador, de un sitio tan maravilloso, el Rey Luis II de Baviera. 
Para llegar a las cercanías de Fussen, donde se encuentra el castillo, uno debe internarse por las montañas, bosques y valles de Baviera, de modo, que el llegar ya es toda una experiencia.
El pueblo que se extiende en la parte más baja del valle, a los pies del Castillo, y a metros del Castillo Hochenschwangau, casa natal de Luis II, es encantador; pequeñas callecitas, negocios en casas bávaras de dos plantas, jardines, glorietas y románticos paseos en calesa. Está preparado y bien para el gran turismo que viene a visitar la herencia de Luis II: el pueblo tiene una inmensa playa de estacionamiento y servicio de toilletes por unas pocas monedas. 

Hay tres formas de subir hasta el Castillo:
* por el servicio de bus propio de Neuschwanstein, cuyos tickets se pueden comprar en el quiosco que está al comenzar la calle principal del pueblo
* caminando: para los más osados. Puede hacerse en menos de una hora, pero hay que estar en forma, ya que el camino hacia arriba presenta de a momentos una buena pendiente.
* en calesa: cuatro personas entran en ella y en su momento, el costo por persona rondaba los 10 euros.
Si vas en bus, como hice yo (bajé luego en calesa hasta el pueblo), el bus deja a unos 300 mts de la entrada al Castillo. Todo está sumamente indicado y es una delicia caminar por el bosque y descubrir entre sus copas, los primeros cimientos de la maravilla de Luis, y deleitarse con las primeras panorámicas del valle.


Un gran mapa hecho en acero muy cerca del pórtico principal, te permite ubicarte y recordar los senderos próximos para desplazarse y pegar luego la vuelta.
A metros nada más de allí, te sorprenderá la gran explanada que antecede la pórtico de entrada. Tómate unos minutos para admirar la impresionante edificación y el gran balcón natural hacia el valle. Antes de entrar, es posible que ya te quite el aliento.
  
Aclaraciones previas a la visita: 
Dada la gran cantidad de turistas que llegan a sus puertas, las visitas tienen una duración limitada y comienzan con minuciosa puntualidad de acuerdo con el turno asignado.
Mientras uno espera su turno, aprovechen su tiempo para apreciar el bellísimo patio principal y pasear por el pequeño jardín que se extiende a la izquierda, una vez uno pasa el pórtico principal.

Dentro de las salas del Castillo no se permiten fotografías ni videos. Sí pueden sacarse fotos desde las ventanas hacia el exterior para admirar el paisaje circundante, tan sublime como el castillo mismo.
Debido a que la visita abarca varios pisos del castillo, puede resultar difícil para personas con problemas para caminar o para subir escaleras.
Las fotos del interior que ven aquí, son algunas de contrabando, tomadas sin flash y otras escaneadas del libro sobre el Castillo que compré en el gift shop, al terminar el recorrido. 
Hay libros de todos tipos y tamaños. Uno de buena calidad y tapa blanda puede rondar los 20 euros; recomiendo comprar alguno ya que es la mejor manera de ayudar a recordar la belleza que los ambientes, pinturas y decoración que las salas encierran.
Los frescos en las paredes de las distintas salas son realmente magníficas; los libros que se ofrecen a la venta contienen siempre las explicaciones a las alegorías o pasajes de óperas de Richard Wagner que las pinturas representan.

Antes de arrancar, nada mejor que un plano de las salas internas para ir entrando en el clima del paseo:

Lo Imprescindible n°1: 
El salón del Trono:

El visitante ingresa al Castillo como hicieron los sirvientes y lacayos de Luis II en su momento: por el Pasillo Rojo de la planta baja, llamado así por el color de las lozas rojas utilizadas en su pavimento. Al recorrerlo se puede uno dar una idea de cómo vivían las personas que atendían a Luis II y apreciar de paso algunos adelantos increíbles que tenía para su época el castillo, como ser calefacción central.
El pasillo conduce hasta la Escalera Central que era utilizada por el Rey y al bello Vestíbulo Central de la tercera planta, previa al Salón del Trono.
Es en el vestíbulo donde se pueden empezar a ver los hermosos frescos y decoración que Luis II tanto amaba. No pierdan detalle de los bancos de roble y de los ventanales que dan al patio principal.
Pero quizás nada los prepare para la impresión que causa El Salón del Trono.

Es la habitación más impactante, casi sacra del Castillo; es que da la sensación de ingresar a una iglesia por la ubicación que hubiera tenido el trono (la única pieza faltante), como en un altar. Los frescos con imágenes de santos y reyes canonizados y el dorado de su ornamentación recrean mucho el esplendor de Bizancio.
De nuevo, aquí hay que prestar atención a los detalles:
* el suelo de la sala, exquisitamente decorado en miles de mosaicos representa con sus figuras circulares la fauna y flora de nuestro planeta
* la cúpula: simboliza el cielo con el sol y las estrellas, 
* el candelabro: de proporciones épica, semeja a una corona bizantina, pesa 900 kgs y porta 96 velas. 

La altura de la sala permite que tenga balcones internos (sin acceso al público), con columnas inferiores de estuco de pórfido y las superiores de lapislazuli.
Si tienen oportunidad, no solo se deslumbren con el interior de la sala, si no también con los ventanales del salón. Si bien el ventanal principal solo podía ser utilizado por Luis y hoy en día esa tradición continúa en honor a su memoria, las vistas de las otras vidrieras es realmente idílico y como están cerrados los cristales, recomiendo sacar fotos sin flash.

Lo Imprescindible n° 2: 
Las salas privadas de Luis II
Sin lugar a dudas, el transitar por las salas siguientes del Castillo permiten revivir el día a día del Rey Luis II. Hay ostentación, cierto, pero no al estilo de Versalles. Cuando uno recorre los cuartos advierte que toda la belleza, la artesanía, el Arte muchas veces que existe allí atesorado, era porque el Rey mismo era amante precisamente del detalle, del buen vivir, de buscar la belleza y ser feliz en su contemplación. 
Recuerdo que fue una mezcla de sensaciones: por un lado me sentía una intrusa al contemplar objetos y pertenencias de Luis II por momentos tan propias, tan íntimas y por otro lado, agradecida de poder contemplar la creación que su mecenazgo y su visión convirtieron en realidad.
Les dejo aquí una reseña de cada habitación importante en el orden en que suelen visitarse:
* El comedor: es la habitación siguiente a la Sala del Trono y si bien es un espacio pequeño, es digno de admirar el trabajo en marquetería de roble por la ornamentación que presenta; los cortinados y tapices de seda que revisten los muebles y la bella estatua de Sigurdo contra el Dragón que descansa sobre la mesa principal.
Es un ambiente acogedor, cálido por sus colores y exquisito por los materiales. 
* El dormitorio: se diseñó en un estilo que la guía definió como gótico tardío. Más allá del nombre que pueda darse a la concepción de la decoración, es sorprende el detalle en las tallas de la madera de roble. Es increíble el baldaquín o "techo" de la cama y exquisito el lavamanos a un costado con el grifo en forma de cisne.
Luis II adoraba el color azul y aquí en las telas de tapicería continúa esta predilección, que no por casualidad define a toda Baviera y a Munich en particular.
Otros muebles increíbles de esta habitación son el sillón de lectura del Rey y la estufa de cerámica. Los frescos en las paredes, muy románticos todos, representan escenas de "Tristan e Isolda", una de las obras preferidas del Rey, cuyo autor fue Richard Wagner.
Junto al dormitorio, está la capilla privada del Rey. Luis II era un hombre profundamente religioso, es así como se diseñó esta capilla para que pudiera orar. Muy bella, presenta su techo pintado en azul cobalto con estrellas doradas y hermosas pinturas y vitraux para deleite de Luis.
* El vestidor: llama la atención porque ha diferencia de otros ambientes del Castillo,  no tiene techo con tallas de madera, si no que sus frescos representan una inmensa parra.
De nuevo hay que fijarse en la riqueza de los materiales: cerraduras de hierro forjado, paneles de seda color violeta con pavos reales labrados y una especie de "caja" de madera que se exhibe en la mesa central y que es conocida como "el joyero del Rey"; en ella Luis II guardaba sus joyas, algunas de las cuales son expuestas hoy en día en la Residencia de Munich.
* El Salón: diseñado para que Luis II se distendiera y pudiera desarrollar su amor por la lectura, se destaca porque es un ambiente como si estuviera dividido en dos: cuatro columnas de mármol separan un espacio más privado donde se dice que el Rey se sentaba a leer.
En esta habitación se encuentra además uno de los símbolos del palacio: un enorme cisne de porcelana, casi de tamaño natural, el cual puede utilizarse como florero.
* La Gruta: sí, no es una leyenda, la gruta privada del Rey (no visitable al menos cuando yo estuve en Neuschwanstein) existe y se ubica entre los aposentos privados tras el salón y antes de la oficina de Luis II.
Solo puede un atisbo de su particular existencia al caminar hacia la oficina y pasar al lado de  una inmensa puerta vidriada con un cisne cincelado en el cristal; tras ella se encuentra el mirador de invierno y una de los accesos a la misteriosa gruta del Rey.
Lo Imprescindible n°3: 
El remate de la Escalera:
Aquel viajero que visite Neuschwanstein tiene permitido un plus adicional: ascender hasta el cuarto piso por la escalera principal del palacio.
Seguramente la han visto en más de una ocasión en algún documental, porque no es una escalera cualquiera, es un sueño: La columna central de la misma está esculpida como si fuera un palmera datilera y está coloreada al estuco para imitar precisamente este efecto.
El capitel de la columna, con frutos y todo, parece entrar en el cielo al llegar al techo. Es poesía pura. 
Además, al llegar al final del tramo, un enorme dragón de mármol blanco recibe al visitante; es el dragón que simboliza al guardián de la Torre; una idea realmente original.
Este pequeño y maravilloso espacio, conduce en una sola dirección: a la Antesala al cuarto piso, a la cual se accede tras traspasar una enorme puerta de cristal.
La Antesala cumple dos funciones: conducir si uno toma hacia el lado izquierdo a la tribuna del Salón de los Cantores y hacia el lado derecho a la galería de la Sala del Trono. 
Como ésta última galería no está abierta al público, uno pasa directa y literalmente con la mandíbula abierta por el asombro a la tribuna de los Cantores.
Lo Imprescindible n°4: 
El Salón de los Cantores
Las Tribunas como era de esperarse en este Castillo, no son un mero pasillo. Por un lado, las vidrieras exquisitas de la galería permiten apreciar los estupendos paisajes de los valles de alrededor.
Por el otro, los coloridos frescos que se descubren a su paso, cuentan la saga de Perceval.
Perceval es un personaje que se repite en el leiv motiv de los propios frescos del Salón de los Cantores. Este ambiente no es más que el Salón de fiestas del Rey; sucede que como en el resto de Neuschwanstein, todo resulta enriquecedor y único.
Este bello salón se iluminaba con 4 enormes candelabros y 10 candeleros de gran porte y con cristal de Bohemia. La idea de Luis II era venerar aquí la obra de Richard Wagner; si bien el Rey nunca llegó a disfrutar de este salón, ha sido en innumerables ocasiones lugar de conciertos dedicados a este genio de la música. 
De nuevo, no hay que perderse los detalles que serán alegría de sus ojos: "el Jardín encantado de Klingsor" en el extremo de la Sala es una rara combinación de frescos y esculturas que aportan una magia exquisita a la habitación.

El final del recorrido del palacio permite conocer las cocinas del Castillo y buscar la salida de nuevo al Patio Principal. Es en esta área donde podrán ingresar al gift shop y dar una mirada por el negocio.

Últimas sugerencias:
De nuevo, toménse su tiempo y paseen un rato más por los alrededores de la fachada para disfrutar una vez más de las vistas del valle. Si disponen de un rato más, anímense a seguir caminando cuesta arriba hasta llegar al Puente de María. 
El Puente de María o Marianbrucke, fue llamado así en honor a la madre de Luis II.
A mí me faltó tiempo para recorrerlo pero no se lo pierdan; está ascendiendo por senderos desde la base del Castillo, a unos 15 minutos a pie. Es famoso ya que desde allí se puede tomar la mejor foto entera del Castillo y tener unas vistas preciosas del valle. El puente une dos acantilados y está situado sobre una garganta natural. Se puede transitar y si se lo cruza, se puede acceder a más puntos panorámicos del lugar.
Para bajar de nuevo al pueblo, aprovechen el paseo en calesa o háganlo a pie, ya que es más facil y llevadero al ser con pendiente descendente.
Si tienen posibilidad, reserven parte de su tiempo para el pueblo del Castillo; sus hermosas hosterías, las típicas tabernas para disfrutar de la excelente cerveza alemana o de los platos típicos bávaros harán su viaje todavía más inolvidable.



Datos del viaje a Alemania:

Agente de Viajes: Carey Turismo - Sra. Alicia Viva.  Cordoba 1452 2º E. Tel: 0341 - 4408260
Mayorista nacional: Becciu Sintectur

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